Soy árbol, y he visto pasar mil soles con pies descalzos, raíces al cielo, hablo en silencio, susurro en las hojas historias de viento, de lluvia y de fuego. He dado cobijo, sombra y paciencia, al niño que ríe, al viejo que piensa. No corro, no grito, no tengo prisa, pero en cada estación dejo mi risa. No me taléis por oro ni orgullo, que el mundo sin mí, será sólo un murmullo. Soy vida callada, memoria del suelo… y aún así, miro al cielo. (Angelo Cacciola Donati)